Las últimas elecciones ejecutadas en nuestra ciudad, lejos de dejarnos un nuevo gobernador, dejaron una sensación de incertidumbre y de desazón popular. La democracia y su institución primordial, la voluntad del pueblo, han sido violadas por practicas políticas que solo pueden asociarse a las conductas caudillistas y factuales.
Pero repasemos los hechos. Que un resultado electoral tarde más de 12 horas en conocerse es obsoleto. Y más aun en días donde lo que sobra son tecnologías para hacer un recuento rápido y seguro. ¿Tiene sentido seguir depositando un papel en una urna cuando los sistemas informáticos nos permitirían hacerlo de un modo inquebrantable? Si. Lo tiene, dicen que a río revuelto ganancia de pescadores.
Por otro lado, los hechos han demostrado que las instituciones que avalan la democracia en Córdoba han entrado en una profunda crisis durante este proceso electoral. Es importante recordar que las leyes, en este caso las electorales, están promovidas por los mismos que se presentan a la carrera del poder. Hecha la ley, hecha la trampa. Y más trampa aun si los guardianes de la justicia, ósea los jueces, son servidores del gobierno de turno.
Así, los políticos actuales siguen fomentando un modelo de democracia pobre, en el que la voluntad popular solo puede ser canalizada a través del voto, y aun así no vale.
¿Entonces estamos en democracia? ¿Con qué canales de participación oficial, que no sean partidarios, cuenta la ciudadanía?
Evidentemente hay cuestiones de base, como las leyes y el sistema electoral que no están funcionando de manera correcta. Esto sumado a autoridades que se ocultan tras las leyes que ellos mismos dictan, para no escuchar la voz soberana. Entonces estamos al frente de escudos legales y políticos que utilizan los que tienen el bastión de mando para perpetuarse en el poder.
Este cóctel explosivo atenta contra las instituciones democráticas que tanta sangre nos han costado conseguir.
¡Y si! Hay olor a fraude…
Y el fraude huele a bosta republicana.
Pero repasemos los hechos. Que un resultado electoral tarde más de 12 horas en conocerse es obsoleto. Y más aun en días donde lo que sobra son tecnologías para hacer un recuento rápido y seguro. ¿Tiene sentido seguir depositando un papel en una urna cuando los sistemas informáticos nos permitirían hacerlo de un modo inquebrantable? Si. Lo tiene, dicen que a río revuelto ganancia de pescadores.
Por otro lado, los hechos han demostrado que las instituciones que avalan la democracia en Córdoba han entrado en una profunda crisis durante este proceso electoral. Es importante recordar que las leyes, en este caso las electorales, están promovidas por los mismos que se presentan a la carrera del poder. Hecha la ley, hecha la trampa. Y más trampa aun si los guardianes de la justicia, ósea los jueces, son servidores del gobierno de turno.
Así, los políticos actuales siguen fomentando un modelo de democracia pobre, en el que la voluntad popular solo puede ser canalizada a través del voto, y aun así no vale.
¿Entonces estamos en democracia? ¿Con qué canales de participación oficial, que no sean partidarios, cuenta la ciudadanía?
Evidentemente hay cuestiones de base, como las leyes y el sistema electoral que no están funcionando de manera correcta. Esto sumado a autoridades que se ocultan tras las leyes que ellos mismos dictan, para no escuchar la voz soberana. Entonces estamos al frente de escudos legales y políticos que utilizan los que tienen el bastión de mando para perpetuarse en el poder.
Este cóctel explosivo atenta contra las instituciones democráticas que tanta sangre nos han costado conseguir.
¡Y si! Hay olor a fraude…
Y el fraude huele a bosta republicana.
